Cuando a una mujer se le cruza algo por la cabeza, es imposible contentarla con otra cosa. A cualquier precio quiere salirse con la suya. Vio su oportunidad cuando vio que el juez podía ser sobornable. Solo faltaba ver si el juez aceptaría sexo como pago. Y vaya si lo acepta. Ella le hace una mamada poniéndole la gran polla dura y luego el le mete la gran verga negra en el coño haciéndola gritar muy fuerte.